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ZELMAR MICHELINE, SU VIDA, POR JEAN GEORGES ALMENDRAS

INFORMACIÓN NACIONAL

SENADOR ZELMAR MICHELINI, SU VIDA ARROJA 

LUZ SOBRE LOS AÑOS OSCUROS


Publicado el 30 Agosto 2016 -<informe de Antimafia Uruguay
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Mauricio Rodríguez, redescubre al legislador uruguayo asesinado en dictadura, en Argentina
Por Jean Georges Almendras –Agosto 29 de 2016     
Hotel Liberty de la avenida Corrientes, en el centro mismo de Buenos Aires. Es la madrugada del día 18 de mayo de 1976. Cerca de  diez hombres portando armas cortas y largas, y a cara descubierta, irrumpen  en el edificio dirigiéndose a la habitación identificada con el número 75 en cuyas instalaciones descansan el senador uruguayo Zelmar Michelini, uno de sus hijos de 22 años, también de nombre Zelmar,  y su hermana Margarita. Los intrusos  violentan la puerta de acceso a la habitación y  ganan terreno. No hay dudas que se trata de uno de los operativos que por aquellos días, de terror e impunidades, llevan a cabo los grupos de tareas del terrorismo de Estado, en la Argentina, en plena dictadura. Al joven Zelmar le cubren la cara. Igual suerte corre su hermana. Mientras los Michelini viven eternos minutos de pánico, los desconocidos,  actúan con violencia y dando órdenes, sin dejar de apuntar con sus armas a los sitiados. En medio de la andanada de gritos e insultos, una voz predomina en la noche  ordenando vestirse al senador uruguayo. Luego, otra voz quiebra el silencio con anuncios aterradores:Te llego la hora” “Te vamos a desfigurar tu linda cara”. Después, los hombres armados se llevan a Zelmar Michelini . Acaban de secuestrar a uno de los legisladores uruguayos del Frente Amplio  más carismáticos y más comprometidos de esa época. Otro legislador, Héctor Gutiérrez Ruiz, aunque del Partido Nacional,  de  convicciones y  fortalezas ideológicas iguales a las de Michelini también en esa misma madrugada era secuestrado por otro grupo de terroristas de Estado, no descartándose que  en ambos atentados hayan participado militares o policías uruguayos. Setenta y dos horas después, todas las esperanzas de hallar con vida a Michelini y a Gutierrez Ruiz se hicieron añicos en un cruce de la  periferia  de la capital argentina.  Los cadáveres de los legisladores, acribillados a balazos fueron encontrados dentro de un vehículo junto a otros dos ajusticiados. El golpe terrorista había sido dado con crueldad inimaginable. Pero el martirologio de ambos hombres –como de otros más que corrieron igual suerte antes, durante o después de las dictaduras argentina y uruguaya- hicieron historia y marcaron a viva voz que sus respectivas ausencias no hicieron otra cosa que acentuar su presencia, sus ideas y sus luchas, en su generación y en las que sobrevinieron.
Teatro de la Asociación Cristiana de jóvenes de la calle Colonia esquina Eduardo Acevedo, en el barrio Cordón de Montevideo. Han transcurrido cuarenta años de la madrugada en la que secuestraron al senador Zelmar Michelini. Es  la noche del 28 de abril de 2016. Un periodista y escritor uruguayo, Mauricio Rodríguez ( *),  que tenía tan solo cinco años al momento de cometerse el  atentado contra el parlamentario uruguayo, presentó su libro “Zelmar Michelini, su vida. La voz de todos”.


Sobre esta voluminosa  biografía de Zelmar Michelini escrita  por  Mauricio Rodríguez, el historiador uruguayo Gerardo Caetano escribió. “Nadie como Zelmar  Michelini tuvo tan claro los tiempos que se venían –como Aureliano Buendía, nació con los ojos abiertos-  ni pagó tan caro sus opiniones políticas, ya desde que se separó de Luis Batlle. Hacía falta una biografía total del político de personalidad más magnética de nuestra historia contemporánea. Se ha escrito sobre algunos aspectos de su vida, pero ninguno se había referido a su familia de origen, a sus travesuras de niño, a su vida escolar, a sus trabajos y diversiones juveniles, a los comienzos en el periodismo, a su militancia en el Partido Colorado…y a lo que vino después, todo junto y detalladamente. Este libro viene a llenar un gran vacío y por suerte lo hace de una manera maravillosa..Logra que podamos sentirlo en la vida cotidiana –en medio de frecuentes dificultades económicas- con su cariño y comprensión y también sus exigencias, sus manías, sus debilidades…Este libro conduce a una imprescindible revalorización de su figura”.

En los años 70, y en particular en el mes de mayo del 76, yo andaba por los 21 años. Y como tantos otros jóvenes de mi generación, sabía perfectamente quien era Zelmar Michelini. Su asesinato y el de Héctor Gutiérrez Ruiz, en aquellos tenebrosos días, me golpeó duramente.  Y cuarenta años después de tan horrendos días de asesinatos políticos, torturas, desapariciones forzadas y avasallamientos, saber que un colega hacía foco en la vida de Zelmar Michelini, en sus ideas y en las cotidianas luchas por defender igualdades y buscar la justicia social, abogando incondicionalmente –y con una dialéctica y una oratoria magistrales-  por una democracia que venía siendo literalmente pisoteada, me interesó por sobremanera. Ergo,  fue inevitable  profundizar con el autor, sobre la valiosa biografía.

Con la franqueza del profesional que hace merecida (y humilde) gala de su trabajo de investigador, y con el ímpetu del tercer milenio que corre aceleradamente, Mauricio Rodríguez se hizo su tiempo para desgranarnos múltiples facetas de su libro. Facetas más que suficientes  para comprender la esencia y el sentido de su trabajo de reconstrucción de la vida del luchador que fue Zelmar Michelini. Un luchador signado por la sabiduría del intelecto, por  la sensibilidad del hombre enemigo de la tiranía y por el coraje del hombre libre ( y por si fuera poco) también actor –muy consciente-  de un momento histórico difícil y revelador.
 En consecuencia, y en razón de que el libro de Mauricio Rodríguez, es esencialmente un desafío para construir el presente, tomando como punto de partida el pasado de un hombre con mayúsculas,  que dejó un legado único y excepcional, aún a costa de su propia vida,  resulta casi una obligación histórica (y un compromiso moral) leerlo, capítulo tras capítulo y párrafo tras párrafo.


 ¿Qué te motivó poner en tu mesa de trabajo la historia, la vida, la obra, el sacrificio de  Zelmar Michelini? ¿Qué objetivo tiene tu libro? ¿Qué significa para ti éste libro? Precisamente hoy, que eres padre, tienes hijos y eres un periodista formado y maduro. Precisamente hoy: que  todavía la impunidad está vigente; que todavía  seguimos marchando en silencio hace 21 años por la avenida 18 de julio y que no tenemos respuestas.
-Abordar la vida de Zelmar Michelini se explica por varios motivos. Por un lado, siempre fui un apasionado lector de la historia uruguaya. Sobre todos los convulsionados tiempos que van desde mediados de los 60 hasta la recuperación democrática de 1985. En ese contexto, la figura de Zelmar aparece, en el período de tiempo que va desde mediados de los 50 hasta mediados de los 70, en forma recurrente. Siempre me generó curiosidad como personaje, y desde hace mucho tuve latente la idea, finalmente realizada, de contar en forma íntegra su vida. Era un político carismático, con una gran y arrolladora oratoria, una gran cultura y una forma única de hacer política. Como me dijo el ex presidente Julio María Sanguinetti para el libro – es uno de los más de 40 entrevistados - , Zelmar seducía tanto a hombres como mujeres. O como me dijo el fallecido escritor Carlos Maggi: Zelmar nació para la política, lo llevaba en la sangre, pero sino podría haber integrado la llamada “generación del 45”, dado su escritura afinada y fascinante. A todo esto se suma que hasta ahora, llamativamente, no se había escrito una biografía integral de su vida. Una historia que contara sus orígenes, su infancia, los primeros tiempos de militancia estudiantil y luego su camino político. Primero en el batllismo y luego en la creación del Frente Amplio. Y, claro está, el terrible desenlace, su secuestro y asesinato. Para mí es un gran gusto haber contribuido a contar la vida de quien sin dudas fue de los políticos más carismáticos de aquellos tiempos.

¿Fue su muerte un sacrificio suyo? ¿Dentro de qué contexto?
-Yo creo que lo más terrible de su asesinato fue que privaron al Uruguay de un individuo que estaba camino a convertirse en un gran estadista. En el momento de su muerte llevaba un largo camino en la política. Había sido diputado, senador y hombre de confianza del presidente Luis Batlle Berres. Luego fue eje fundamental en la creación del Frente Amplio – y allí fue uno de los que proyectaron a Líber Seregni como referente de la coalición de izquierdas – y a partir del golpe de Estado en uno de sus más enérgicos opositores en el exilio. Zelmar siempre tuvo una gran visión para adelantarse a los escenarios que se iban presentando. Y lograba ver lo que otros, con los mismos elementos, no. Muchos de sus artículos periodísticos, que hablan desde la revolución cubana hasta las idas y vueltas de la Guerra Fría, dan muestra de eso. Esa condición de estadista tuvo unos puntos altos. Por un lado las cartas que intercambió con Edward Kennedy. Y por otro, su fantástica presentación en el Tribunal Russell II, en Roma, en marzo de 1974, donde denunció las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.  Su exposición, parado junto a Gabriel García Márquez y frente a Julio Cortázar, entre otros, es, además de una pieza oratoria brillante, un discurso que lo muestra en un momento de gran madurez política. Por otra parte, a finales del 75 algunos allegados a Zelmar y al caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate, amigos en el exilio de Buenos Aires, coqueteaban con la posibilidad de que ambos se encontraran en una fórmula presidencial. Algo que no llegó a avanzar por el asesinato de Zelmar.

¿Qué Zelmar fuiste descubriendo en todo el proceso de investigación y redacción del libro?¿Cómo fue el trabajo de investigación del libro?¿Qué apoyo tuviste de la familia y de otras personas?
-Hay una característica de la personalidad de Zelmar – quizás la que lo distingue – que se ve ya en sus tiempos de la niñez y es su gran carisma e inteligencia. Ya en su época escolar era el elegido para recitar en los actos, además de ser el preferido de las maestras y la directora. Luego, con el paso del tiempo, se va confirmado algo que también lo distinguió: concebir a la política como un servicio público. Como me dijo el ex presidente Jorge Batlle, Zelmar fue el Domingo Arena de los tiempos de Luis Batlle. A estas características se fueron agregando y confirmando otras como tener un gran sentido del humor. Era muy malo contando chistes pero sí era de hacer bromas – incluso en el Parlamento – o poner apodos, sobre todo a sus 10 hijos. Era muy amigo de sus amigos – le daba gran valor a la amistad- además de amante del turf, rudo jugador de fútbol y un lector voraz y apasionado. Y hay un elemento en el que todos los testimonios coinciden: en la política era un hombre de diálogo, de tender puentes y tratar de encontrar caminos de entendimiento. De allí viene el nombre del libro. En cuando al trabajo de investigación,  pude acceder – gracias a la generosidad de la Fundación Zelmar Michelini y a sus hijos – a todo su archivo personal. Fueron meses revisando cartas, documentos, recortes de prensa, fotos, etc. A esto se agregó el relevamiento de prensa de la época, decenas de libros y entrevistas a quienes lo conocieron en diferentes momentos, tanto aquí como en Buenos Aires. A esto se agregó que estuve en lugares emblemáticos de su vida: la casa donde crió a sus hijos, su despacho en el Parlamento, la habitación del Hotel Liberty donde fue secuestrado en Buenos Aires, el lugar donde apareció su cuerpo dentro de un auto. Mi objetivo fue hacer una reconstrucción total y detallada de su vida.
 

¿Qué edad tenías y qué hacías y dónde estabas cuando lo mataron? ¿Hoy cómo miras esos días de su muerte?
-Yo tenía cinco años cuando fue asesinado. Naturalmente no viví aquellos tiempos terribles. Pero como bien señaló el historiador Gerardo Caetano el día de la presentación del libro, esto quizás fue una gran ventaja para mí ya que no estoy “contaminado” ni involucrado con los hechos. Eso me permitió abordar esta historia con total libertad, solo guiado por mi propio criterio periodístico. Respecto a su muerte, y recién años después pudimos saberlo, fue de los primeros asesinados en el marco de la coordinación represiva del Plan Cóndor, que se echó a rodar en Santiago de Chile en noviembre de 1975, apenas unos meses antes del asesinato. La figura de Zelmar se ha transformado en ícono de la peor cara del terrorismo de Estado.

Hoy ¿cómo vives la impunidad, respecto a los asesinos materiales e ideológicos de Zelmar?¿Crees que tu libro puede contribuir a tomar conciencia de los hechos y evitar que todo lo concerniente a su muerte quede en el olvido?
-Naturalmente la valoración de cualquier trabajo de estas características la hace el lector, que es quien tiene el veredicto final. Mi libro, en primer lugar, intenta contar la historia de un personaje casi único en la vida política del país. Pero como bien dijo también Caetano, contar  su vida es también contar la vida política del país de aquellos tiempos. Porque además Zelmar estuvo involucrado en varios de los grandes temas del Uruguay de esos años, y tenía, como decía antes, una enorme capacidad de diálogo. Hablaba con militares y políticos de todos los partidos. Y con los tupamaros. Mauricio Rosencof me contó para el libro que en sus tiempos de clandestinidad se encontraba con Zelmar para hablar sobre los grandes temas del país. Y una fuente del MLN me contó que Raúl Sendic (padre) siempre estaba atento a lo que decía Zelmar. Le tenía un gran respeto, e incluso muchas veces llevaba los dichos de Zelmar a la interna del movimiento guerrillero. El libro no cuenta la historia de un super hombre sino la vida de alguien que tuvo aciertos y errores. Intenté un relato “humanizado” de Zelmar. Y por supuesto que el libro no descubre a Zelmar sino, en el mejor de los casos, redescubre para los tiempos actuales su figura. Si eso aporta para tomar conciencia de aquellos hechos terribles, aunque no fue su intención original, bienvenido.




¿Cómo entiendes o concibes que aún los militares no hayan sido conminados a hablar respecto a la ubicación de los restos de los desaparecidos y a los responsables de las violaciones a los DDHH?
-Es una doble aberración. La primera es que el terrorismo de Estado haya aplastado las libertades y sometido a censura, torturas, exilio, muerte y desaparición a cientos de ciudadanos. La segunda es, a más de 40 años de aquellos hechos terribles, es que el pacto de silencio, una especie de omertá, no permita que se avance demasiado en el camino de la verdad. Hay algunos pocos procesados, pero las responsabilidades son mucho mayores. La llegada de la izquierda al gobierno ambientó cierta esperanza en este tema, pero creo que la deuda es aún muy grande. Sobre todo porque solo sabiendo qué ocurrió vamos a poder cerrar esta etapa. Es la deuda que tenemos, como sociedad, con las futuras generaciones.

¿Como periodista que has escrito sobre el “rock en dictadura”, que lectura haces de la región, en la actualidad, sobre los efectos de esos tiempos de dictadura?.
-Ha sido nefasto. No solo como mencionaba en cuanto al terrorismo de Estado, sino en otras áreas. La Cultura ha sido una de las áreas más afectada. Decenas de artistas fueron silenciados y otros tantos debieron marchar al exilio. Se truncó el recambio generacional y solamente, durante más de una década, se divulgó lo que la dictadura permitía. Fue un gran agujero negro para la rica historia cultural de nuestro país.

¿Existe aún, sutilmente, el  terrorismo de Estado?¿Hay uniformidad de criterios en el gobierno actual, con un Ministro de Defensa que ha tenido instancias de graves discrepancias con organizaciones de DDHH? ¿Qué visión tienes sobre este tema?
-El terrorismo de Estado, tal y como fue concebido en aquello tiempos, naturalmente no existe más. Lo que sí hay es, como decía, la supervivencia de una forma de mirar estos temas. Algunas posiciones cuestionadas del fallecido ministro Huidobro respondieron a que fue actor principal de aquellos tiempos. Y para muchos, y me incluyo, no acompañó la esperanza de muchos de poder avanzar en saber qué pasó con los desaparecidos y las responsabilidades asociadas.

¿De qué manera la historia de Zelmar, en un voluminoso trabajo de investigación como el que hiciste, puede ser oportuno para el país? ¿E inoportuno para quienes en las sombras estuvieron involucrados en su muerte, sean militares, policías o civiles?
-Entiendo que cualquier intento, de corto, mediano o largo alcance,  de contar aquellos tiempos, siempre resulta un aporte. Un granito de arena que contribuye a acercarnos a la verdad. Incluso hay algunas publicaciones recientes que se atreven a incursionar en novelas ambientadas en aquellos años. Todo es bienvenido. Y los grandes responsables de la mayor dictadura que tuvo el país, claro está, seguramente no vean con buenos ojos este tipo de trabajos. Pero como sociedad no debemos privarnos de seguir arrojando luz a tanta oscuridad. Es nuestro mayor compromiso con las nuevas generaciones.

¿Algún otro libro en puerta?
-Hay algunas ideas, pero aún tengo mi cabeza puesta en disfrutar esta etapa del libro de Zelmar. Fueron casi cuatro años de trabajo, que ahora dan sus frutos y, como decía, el lector juzgará cuán valioso resultó. Ahora el libro acaba de alcanzar su segunda edición y la prensa, como tú, ha tenido la amabilidad de interesarse en mi trabajo. Por lo que solo puedo agradecer profundamente a todos por su interés en mi trabajo.

*Mauricio Rodríguez (Montevideo, 1971). Periodista, técnico en Comunicación Social (UTU) y docente de periodismo. Cursó la Licenciatura en Periodismo en la Universidad ORT. Ha publicado trabajos en diferentes medios escritos (diarios El Observador y El País; revistas Libroguía, Freeway, Away y Actitud; semanario Brecha). Ha trabajado en radio (Carve, Radio América, FM Total) y publicó notas en el portal Mirador Nacional. Desde 2004 es coordinador académico y docente del curso de Periodismo del Instituto BIOS. En ese marco organizó durante dos años (2007 y 2008) las jornadas de debate sobre periodismo «Maten al mensajero... pero antes escúchenlo» y un concurso de periodismo joven. En 2006 publicó el libro El caso Gelman. Periodismo y Derechos Humanos (ediciones Cruz del Sur) y al año siguiente fue editor periodístico de Campus, una publicación del Banco Santander. En 2009 publicó, con el periodista Raúl Ronzoni, el libro Viejos son los trapos (Saga Ediciones) y en el 2012, también con Ronzoni, ¡Vidas bien vividas! (Editorial Fin de Siglo). En 2012 publicó el libro En la noche. El rock uruguayo posdictadura (1982-1989) (Editorial Fin de Siglo). Desde 2014 es docente de Lengua en los Centros Educativos Comunitarios (CEC) de UTU. Ha organizado y brindado talleres sobre comunicación y periodismo en distintas organizaciones. Actualmente colabora con el portal de noticias Ecos. Desde 2013 es periodista cultural del semanario Voces.

*Foto de Portada: www.lr21.com.uy   Zelmar Michelini
*Foto 2: www.radiouruguay.com.uy   Mauricio Rodróguez

*Foto 3: www.laprensa.com.uy   Zelmar Micheliny y Héctor Gutiérrez Ruiz
*Foto 4: www.fzelmarmichelini.org   Zelmar Michelini